Después de atravesar muchos paisajes de papel, después de varios días tomando café y viajando a través de lunas, soles, lágrimas, horas vacías, corazones rotos, locura, celos, cupidos equivocados, lluvia, habitaciones vacías, besos de despedida, discusiones, engaños, veganzas y adioses, estoy en condiciones de anunciarles el resultado del concurso de cuentos ESCRIBÍ SOBRE UN EX-AMOR. Primero que nada, quiero agradecer a todos los que se coparon con este concurso. A los que integraron el grupo de Facebook del concurso y apoyaron la iniciativa y, por supuesto, a todos los que participaron.
Fue muy difícil elegir entre tantos cuentos que me emocionaron o me hicieron reír, tantos tantos mundos, tantas sensibilidades y perspectivas. Todos merecían ganar. Pero había que elegir uno.
Me encantó haber intercambiado todas estas vivencias, catarsis, reflexiones e invenciones con ustedes.
Así que el concurso de cuentos convocado por Taller La Diosa ya tiene ganadora. Para los curiosos publico el cuento de Florencia Abbondanza que se ganó la beca en el Taller de Motivación a la Escritura . A continuación van los textos de aquellos participantes que quisieron compartir sus creaciones en el blog.
Cuento: "Así es" - Nombre: Florencia Abbondanza
"Se fue sin decir una palabra, una sola y última palabra. Sus dedos tocaron mi cabello y el guarda del ómnibus apuró el último beso.
Desde la ventana lo vi no mirar de vuelta, él no mira de vuelta, entró al super de la esquina y se perdió entre tomates y compradores.
Mensajes de texto insanos, llenos de falsa esperanza y alegría mentirosamente sanadora.
Un olor particular invadió cada uno de sus espacios, llenando de recuerdos gélidos la memoria que idealiza un momento interminable.
Canciones llenas de ganas de llorar, llenas de ganas de volver, llenas de ganas.
Mails mintiendo un simple estar bien, cómoda, siguiendo con la vida de juguete.
Sonrisas de algarabía en la bandeja de entrada, y nudos de tristeza en el reply.
Medias de frío y arena en los zapatos del recuerdo. Fotos enviadas y recibidas, imágenes que creí reconocer esperando que llenen un hueco que no se si existe.
Mil interrogantes colman mi cabeza de dudas, qué, cómo, dónde y por qué, me pregunto sin cesar.
Es tarde y el tiempo no deja pasar más nada.
Creo que la realidad se convirtió en una fantasía llena de fotogramas cerebrales y rosados.
Odio el rosado, pero no dejo de pintar todos mis cuartos imaginarios de esa horrible mezcla entre la pureza y la pasión.
Es increíble como han pasado los años y uno sigue en la misma puerta, esperando que se abra, esperando un regalo de los dioses por haber sido tan buena niña.
"Los dioses ni regalan ni existen", dice el diablo mientras nos engaña y quiere hacernos dormir eternamente entre lágrimas.
Noches de alegría confunden mi insomnio constante, pero siempre a la mañana es él quien yace en el fondo de mis ojos.
La resaca de la lima me lo recuerda, el azúcar, la sal, la polenta, el tuco, los besos y mis dedos me lo recuerdan, cada pedazo de mundo tiene un desesperante recuerdo a él.
Paso a paso olvido e invento, más me separo de la realidad y más duele darse cuenta del imaginario lugar por el que me deslizo.
Pasto de chocolate y lluvia de colores se convierten en tierra y agua para mostrarme en sueños su nula presencia.
Invisible es el techo que me tapa y no me deja ver más allá. Invisible o imaginado...
No volvió, no vino, ¡no nada! Pero su presencia de aire es más fuerte.
Paso, dejo, tomo un ómnibus y no está.
Pues que no vuelva más entonces, no lo miraré, no lo oleré, no existirá en ninguno de los cuartos que pise, en ningún colchón su altura mediré.
Te quiero dulce amor, dulce primer amor, saludo y palmadita en la cola, lo nuestro terminó."
Seudónimo: "Una piba con la remera de greenpeace"
En cuanto al resto de los participantes, entre los que quisieron publicar sus cuentos, algunos prefirieron que fuera bajo seudónimo, otros con sus nombres reales.
Así que ahí van:
Título: "Mi futura ex" - Nombre: Diego Hernández Ayala
"Yo convivo con mi futura ex.
Y la gran ventaja que tiene convivir con mi futura ex, es que la puedo ver todos los días, ...
Cuando se levanta, cuando su cabello sigue aún dormido, su cara está medio despierta, y sus piernas tratan de levantarse.
Además la puedo disfrutar cuando sus celulitis, desobedientes y juguetonas, se salen de la cortina de la ducha, haciéndola enojar, en el momento en que amorosamente pide "UNA TOAAALLLLAAAAAA!!!"
Es realmente muy motivante, por ejemplo, sorprenderla, levantándome en silencio, sin despertarla, para ir a prepararle un desayuno, léase, café, tostadas, manteca y dulce, y si uno no llena la taza, astutamente, evitando el conflicto potencial, de que el infame café le cayera sobre la colcha, .... colcha, dije colcha. ... la agraciada dama comenta, "no había leche, que no llenaste la tasa?" Eeeeso es lindo!!!
El trabajo de convencimiento, la voluntad explicitada, así como el empeño y la perseverancia dispuestos por la dama para que nos des-esposemos, es realmente meritorio, y es en la comunicación donde más se nota. Cómo? Fácil, desorientando al oponente, por ejemplo, si quiere decir abrazame, dice: "salí de acá no te puedo ver, no se como me casé contigo!" Si quiere decir haceme mimos, dice algo tipo: "mirá me tenés cansada, andá a acostarte a otro lado, porqué no te vas a la casa de tu madre?" Y por supuesto si siente necesidad de decirte que te quiere, dirá, mientras te tira una remera nueva, mitad en la cara, y mitad en la computadora, "te compré ésto, a ver si me hacés el favor de no dejarla tirada en el baño, como el pantalón que te regalé, que no lo terminé de pagar, voy por la segunda cuota, y ya lo manchaste todo con jane............... bla, bla, bla."
Pero siendo totalmente objetivo en el tema, porque uno puede llegar a pensar, está mina es un reverendo clavo, en cuanto me la saque de encima, conoceré la felicidad, nunca más me engancho con nadie.
Pero, pero, pero, la vida nunca nos dará la facilidad de que en materia de mujeres, las cosas salgan como planeamos.
Porqué?
Es muy simple, porque cuando hayamos firmado el compromiso, cuando hayamos tomado los votos, del divorcio, a la muy ... ex, nunca más la veremos levantándose de su madriguera, como cuando estaba con nosotros, no señor, seguramente, al menos en el período que más nos va a joder, o sea los primeros meses de "conocimiento de la felicidad", la veremos en compañía de sus amigas más "dadas", que seguramente tengan a alguien para presentarle, y ella estará radiante, como cuando nos enamoró, tendrá puesta alguna faja supermoderna, que en secreto le devolverá su envidiable cintura, y algún corpiño de esos que cuando llegas a la intimidad, preguntás al verla salir del baño. Qué pasó, estabas acumulando líquidos?
Entonces, en ese momento sentiremos correr un frío por la espalda, algo como lo que puede sentir cierto modisto que no voy a nombrar, cuando escucha a un nene chiquito, en público, decir "no me peguen que soy Giordano", si exacto en ese momento decimos, pero la gran p... porque no habré dejado que me siguieran pegando. Y por favor, que ni todos los dioses del Hades permitan que ella nos vea, y sepa que la vimos con ese tipo, que aunque sea un nerd, y nunca más lo veamos, ya estaaa, como la polilla que nace para simplemente poner el huevo, y después ya estaaa, bueno, ese flaco ya nos puso el huevo y ya estaaa.
Por eso, como decía mi suegro, "guarda con el tosqueo", que viene a ser un llamado de atención, con el rebote, por eso yo digo, que no se puede tomar el matrimonio a la ligera, hay momentos que compensan, y que te sacan de los malos momentos, y a esos no los podemos olvidar así como así, porque sería una lástima perdernos de disfrutar de las cosas que tiene la vida, poder llegar a "conocer la felicidad, debemos grabar esos instantes para siempre, por su potencial, seamos inteligentes, por eso yo ya empecé a grabar a mi futura ex, de mañana, cuando repta fuera de la cama, o en la ducha, cuando gelatinea con el agua, etc, y este material, lo llevo encima, para que en caso de que la vida me quiera hacer una broma, poder decirle, CHAU, CHAU CHAU CHAU, ADIOS QUE TE VAYA BIEN!"
Título: "El contrato" - Nombre: Moira Secco
Es curioso como se puede estar tan cerca de una persona y tan lejos de repente, ya sé, nada nuevo lo que digo, pero no deja de ser raro.
Conozco mucho esto porque ya lo he vivido muchas veces. Esto de haber estado con el chico equivocado, la diferencia, es que esta vez, tenía la certeza de que era el chico equivocado y aun así o justamente por eso me tenté. Así que nunca como ahora tuve tan claro que el coeficiente de mi inteligencia emocional es bajo o nulo, y tener las cosas claras, me da seguridad.
Juro que intenté cortarlo. Con cuchillito de palo le dije que no, que nuestra relación tenía los minutos contados, que estábamos condenados a muerte etc…pero me convenció fácilmente preguntando:- por qué hablás de dolor cuando hablamos de amor?
Quedé muda, me dio vergüenza mi forma de mirar el amor. Acaso amor y dolor no es lo mismo… casi?
Era Febrero no lo pensé mas y dije que si. Nunca hizo tanto calor. Bailamos lentas en el living de su casa, intercambiamos tesoros y canciones…nos comimos, nos bebimos, nos fumamos, febriles, hasta caer desmayados.
Horas después desperté sola y aturdida, con un dolor furioso en la cabeza, él ya no estaba, no había nada ni nadie detrás de sus ojos inconcientes.
Su alma se la había llevado el diablo, así lo decía el contrato que todavía sostenía entre sus dedos, firmado y fechado. El silencio era mortal.
Desesperada traté de revivirlo, lo sacudí, lo mojé, le hice respiración boca a boca…pero nada, no hubo forma, el diablo es demasiado poderoso, y se lo había llevado.
Aquel chico de rulos como el sol, principito de ojos inocentes, era ahora un muñeco blando, viejo y abandonado.
Lo odié por dejarme sola en aquellas ruinas, le pegué impotente hasta llorar tierna y vencida sobre su cadáver.
Estúpida tu lo sabías me repetía mientras salía triste de entre los escombros, con mis tacos torcidos y el vestido roto…tu lo sabías.
Un mes después escribo esto, de a poquito me recupero, con muchos cuidados y atenciones.
Lo que yo no sabía era que lo quería tanto a aquel chico con soles en el pelo que me entregó su corazón antes de partir.
Título: "Olor a luna" - Seudónimo: Ernestina
"Se llamaba cualquier nombre. ¿Qué importaba saber como la nombraban otros? Era la noche caminando detrás de ella, por esa calle donde alguna vez solía abrazar al sol. Pero ahora, él sol no salía más, se había ido en alguna discusión de esas que solíamos tener por culpa de las mañanas, esas donde el café se enfriaba mientras nuestros gritos y llantos nos pegaban el mayor reto. Sí, se había ido. Solo la luna nos haría compañía, siempre y cuando saliese y no tuviese miedo ella tampoco. Solíamos caminar por esa calle ¿te acordás? A veces hasta mí me cuesta, siempre tuve problemas de memoria, y lo sabes. Como aquel día en el que jugamos a ser otras personas y de tanto que jugamos, se me olvidó quien era de verdad, o ese otro en el que llamaste para preguntar que me había pasado la noche anterior, y yo quede en silencio y vos lloraste y yo no dije nada. Siempre necesite del olor para recordar, hoy de mañana abrí mi ropero. Desordenado por cierto, y debajo de mi ropa encontré tu olor y me trasladé inmediatamente a esas noches, a esos días, donde era precisamente tu olor lo que me hacía dejar de llorar, era el,el único capaz de hacerme reír por horas, era tu olor y no otro. Lo sentí, también lo toque un rato, creo que empecé a llorar y lo dejé caer al piso; también admito que lo aplaste con mi pie, aunque estaba descalza y no sorbió de mucho, seguía ahí, en mi cuarto... gritando, pidiendo, suplicando que vuelvas. Por eso, decidí salir de la habitación por unas horas, pensé que tal vez si me iba, lo dejaría de sentir. Así fue, caminé horas al rededor de las personas, se me olvidó entonces.
Miro por la ventana y veo a la calle, creo que hoy está más oscura que de costumbre; es verdad... la luna no salió ¿cómo puedo ser tan ingenua? Es obvio, la luna, vos... van juntas. Y no estas y ella tampoco y la noche se vuelve densa, pesa. Creo que prefiero acostarme, domir tal vez o simplemente dejar de esperarte en mi balcón, dejar de sentir el ruido del ascensor esperando que llegues. Prefiero acostarme y hacerme bollito ¿ bollito? Eso me decías vos cuando una situación te saturaba, me contabas que era la mejor forma de escapar, que haciéndote bollito nada te iba hacer llorar o sí te hacía, era un llanto para vos y nadie más, que estando así el mundo podía explotar pero vos, seguirías arrollada en el tuyo. Por un momento me reí, me hice bollito entonces, sabes que siempre me causo gracia esa palabra acompañada de ese grito de aullido que hacías, me acordé de todo eso y me reí, me hizo bien. Entonces pienso que no todo es noche, que existen recuerdos que me hacer largar esta risa, pienso entonces que sentir tu olor hoy, podría no haber sido tan malo, que recordarte es parte de que no vuelvas y que no vuelvas es parte de este ciclo. Siempre dijimos que lo nuestro no era terrenal, que lo nuestro era para ser vivido en nuestros cuerpos pero en otro entorno, con otros colores (más vivos), con otros sonidos, siempre dijimos que mañana cuando todo cambie, íbamos a sentirnos de nuevo y que la luna iba a ser nuestra y nuestras manos una sola. Dijimos muchas cosas. Volví a caer, le dije adiós al bollito y volví a mi cuerpo. Me senté a los pies de la cama, como esperando algo, esta vez no te esperaba a vos, pensaba en otras cosas.
Pensaba en esto de la teoría de las dieciséis horas y el eje terrestre y todas esas cosas que me saturan la cabeza pero que no logro entender nunca ¿ vos lo entendías? Tus teorías siempre me convencieron, hasta creo que llegué a creer en dios por algunos minutos, tus argumentos eran sumamente convincentes y tu voz los hacía convertirse. Como esa tarde en que después de la siesta me contaste que querías pintar un Cristo en tu pared y yo salté a los gritos diciéndote que era la cosa más estúpida que te había escuchado decir y vos te enojaste y yo decidí escucharte, y pasamos horas hablando sobre Cristo, sobre la religión y tus contradicciones; pero es verdad que me convenciste por un rato, todo lo que decías tenia sentido esa tarde, tal vez por la siesta anterior o tal vez porque siempre tuviste esa capacidad de convencerme. Y vuelvo a hablar de vos...
Creo que resignada voy hacia la cocina y me sirvo un vaso de agua, la perra me muerde el tobillo, ella nunca me muerde, es chiquita, tal vez ella también huele mi llanto y esta mordida es un aviso, una especie de señal. Tomo el vaso de agua y busco algo dulce para dejar de llorar, la perra empieza a ladrar, esta asustada, se esconde en un rincón y me mira, yo también me asusto y empiezo a llorar más fuerte, ella sigue ladrando, me encierro en el baño un rato. Si conocieras a mi perra dirías que estoy loca, no pesa más de dos kilos, es pequeña, torpe y de orejas largas. Si la conocieras entenderías que algo no anda bien, que mi llanto y me miedo no es causa del ladrido, sino del aullido de la noche. Y sigo llorando un rato más. Y vos todavía no conoces a mi perra, y decidiste no conocerla nunca, decidiste no volver al balcón, dejaste pudrir las ciruelas que en dos noches habíamos plantado para siempre, siempre supe que aunque pudiera ponerme tus zapatos, acomodarme en ellos como si yo te calzara y aunque pudiera hasta caminar como vos y seguir tu paso firme, aún así seguiría descalza, mojándome los pies, acariciando la tierra, sintiendo su humedad; porque entonces me doy cuenta que tu fuerza no era tal, que tu cuerpo era débil, que tuviste miedo y te fuiste. Te pensaba distinta, me acuerdo cuando saltaba el río, cuando me mojaba los pies y no me importaba, cuando me acompañabas a reírme de la noche, ahora. Me ahogo, el agua me empapa y me hunde, me mojo y hace frío y no te importa, preferís la comodidad de estar lejos, no te culpo, a veces... hoy sí; esta noche estaba hecha para ambas, y no viniste. Sigo en el borde de la cama, inestables mis pies que empiezan a temblar porque te sienten llegar, el ruido de tus zapatos se escucha por la ventana, cierro los ojos, quiero imaginar que no es verdad, que es mi imaginación, que son mis tantas ganas de que eso suceda. Pero los sigo escuchando, cada vez más alto, el olor a tu cuerpo entra por mi ventana, siento ahora tu voz, se acerca, tengo miedo, no quiero volver a hundirme, no quiero volver a buscar un vaso de agua y que la perra me ladre, no quiero llorar en el baño más, pero lo sigo escuchando y...
A veces no es fácil recordar, el roce de los cuerpos, de dos cuerpos moviéndose en sintonía, es que cuando todo pasa, el recuerdo queda ahí, en el tiempo, en aquellos cuerpos a la media noche, que reían, murmuraban vida eterna. Ahora, la silueta sola en la noche con bocinas de fondo; no hay más que intentar recordar, o no.. tal vez es mejor dejar los cuerpos ahí, en las noches de antes y construir, construir noches nuevas, otros dos cuerpos que bailen, jueguen a otro juego, que no se parezca en lo absoluto al de ayer, que muerda otras manzanas , que beba otros aromas, que huela otra mirada. Sí, es eso; crear. Otros dos cuerpos, que no conozcan más que el tiempo que viene después… y pienso, y decido que no me importa, decido dejar de nombrarte, te llamabas cualquier nombre, juguemos a que hoy te llamas olvido."
Título: "Historia de nosotros: enlazados por el azar" - Nombre: Gabriela Gubitosi
"Todo empezó de forma loca, inesperada, como todas las cosas que tienen que suceder por algún motivo desconocido e intrigante.
Ocurrieron una serie de sucesos, miles de coincidencias, que nos pusieron en el mismo momento y en el mismo lugar, con la misma necesidad de compartir nuestras soledades y como resultado nos unieron.
Fue así como de repente comenzamos a conocernos, y las arañas empezaron a tejer los hilos invisibles para atarnos, sin que ninguno de los dos lo notara."
Al principio fue mágico, como suelen ser siempre los comienzos.
Los dos creímos descubrir que en el otro había lo que cada uno buscaba.
Teníamos la frescura de la primavera en la piel, la alegría de los nacimientos en el rostro, los colores del amanecer en el alma , la espontaneidad de una carcajada , la pureza de una lágrima, la simplicidad del primer acorde de una melodía única que jamás volverá a ser tocada.
Éramos dos, pero a la vez sólo uno, no sentíamos miedo, no sentíamos dolor, había un perfecto equilibrio entre ambos, una conexión especial, una sensación de tranquilidad y calma, de entendimiento mutuo, de compañerismo, de armonía…
Pero como dicen por ahí, y como todos saben, la calma siempre precede a la tormenta, y hasta las arañas, que siempre estuvieron presentes en el avance de la relación, decidieron alejarse, ocultarse y empezar a destejer los hilos que ya nos asfixiaban, que ya nos impedían continuar siendo lo que éramos, que ahora nos enlazaban pero ya no del corazón sino del cuello; y así fue como las cosas comenzaron a cambiar.
Los cambios, probablemente hayan sido progresivos, aunque yo los noté de golpe y me perdí todo el proceso. Se podría decir que lo descubrí cuando mis ojos empezaron a ver realmente con claridad y en ese momento me di de cara contra la dura realidad, supongo que lo descubrí cuando empecé a llorar.
Y en esa realidad ya no habían más arañas, estas sabias y antiguas tejedoras , desaparecieron por completo; se ocultaron fuera de mi campo visual , fuera de tu agresividad y de mi tristeza, fuera de tu decisión fatal y de mi insistencia en cambiarla , fuera de tus ganas de engañar y de mis intentos de creerte.
Y así, de repente, empecé a vivir en un mundo desconocido para mi, en un lugar triste y oscuro, casi como una cárcel, donde sufría la condena de pagar por quién sabe que deuda Karmática, de quién sabe que vida anterior.
Allí no podía ver con claridad y la aparición de terceros y terceras solo sumaba personajes a esta absurda historia, donde yo sólo sufría o escapaba, y a veces ambas cosas y vos hacías lo mismo, aunque siempre a destiempo.
Recuerdo que fue difícil salir de ese pozo , más profundo que todo lo que alguna vez sentí por vos , más oscuro que el más húmedo y frío sótano, más vacío que el que empezaba a llenar mi corazón, más frío que tu lado de la cama , más inhóspito que el interior de un volcán activo , a punto de explotar. Y más triste que el cuaderno de poemas que escribí y no quisiste leer.
Creo que ese fue el gran problema, nunca quisiste escuchar y eso provocó que ya no avanzara sincronizadamente la relación, que ya ni siquiera avanzara, de ningún modo…
Y que la coordinación y coincidencias del inicio, pasaran a ser sólo una anécdota, como la presencia reiterada de las arañas en los momentos en que alguno de los dos quería atrapar al otro, y lo lograba…
Un simple detalle, tal vez místico, en el desarrollo de una relación que perdió su rumbo, (o nunca tuvo uno) y solo retrocedía poco a poco y cada vez más.
Por mi parte yo seguía esperando demasiado, más de lo que podía recibir de vos, pero mucho menos de lo que te daba y podía continuar ofreciéndote.
Y esperaba tanto que al final solo deseaba que cambiarás, que desaparecieran los fantasmas de tus errores y los míos y volvieras a ser lo que alguna vez creí que eras, lo que yo quería que fueras, lo que sabía que ya no eras.
Tal vez el problema más grande fue no saber que hacer con todo lo que tenía para darte, cuando, de repente, de un momento a otro, dejamos de vivir esa cómoda rutina compartida, disfrutada de a dos, y volvimos a la odiada, a la ex rutina de la independencia, compartida únicamente con la soledad, que nos enseño (principalmente a mi) que los días ya no eran nuestros, que eran tuyos y eran míos, pero de los dos ya no más.
Y ahora al mirar atrás sólo veo niebla, una nebulosa que impide que recuerde con claridad; probablemente mecanismo de defensa de mi mente que quiere seguir funcionando sana, mecanismo de defensa para no recordar el dolor, para no recordarte…
Y la conclusión a la que llego si intento hurgar en el ayer es simple, aunque triste… y capaz demasiado absurda, pero tal vez en mi vida solo estuviste de paso y tal vez eso sea lo que más haya dolido porque yo hubiera querido que estuvieras por siempre, y lo único que durará por siempre será tu ausencia...
y el recuerdo de las arañas…
Es triste pero solo fuiste una piedra más en el camino, solo una lección que debía aprender."
Título: "The End" - Nombre: Isabel
"Érase una vez 1 invierno a las cinco de la mañana. Las princesas dormían todas.
EL llegó en su caballo 4x4 gris metalizado. La música electrónica se oía a-todo-trapo. Desde la ventana Lady Marion lo escuchó y lo odió. Espió por la cortina, se despaviló, vio que era EL buscando a Giulia.
Fue por ella porque claro, dormía en el ala más alejada, cerca de la paz cerca de las plantas.
Marylin Manson sonando en polifónico, 5 de la mañana?! EL llamando. ÉL en la puerta. qué? que bajes que estoy en la puerta. Tiempo de ponerme las medias.
Me encuentro a Lady Marion en la escalera -también de medias- dijo bajito que vino EL
shh! salgamos a la calle!
Apagá la música la concha de tu madre! -dijo dulcemente la princesa-.
Bajó de su corcel decidido a besarme. (EL vino con el bajista, creo que a Marion le gusta). Giulia estaba furiosa, EL estaba drogado. Drogado como nunca te había visto así - nunca así - hecho de verdá un trapo.
ÉL pidiendome porfavor. EL hablando de amor. No! me pellizco. Sí! ÉL mi príncipe estrella-del-rock aquí reventado y rendido a mis pies. Pero no me entra el zapatito.
Lady Marion hacía puntitas en el cordón mientras besaba al bajista. Miré a mi hermanita sorprendida. (Marion es ALta CUMbiera con el bajista qué cómico).
Giulia le dijo que no. Le gritó que no de las peores formas que supo. No-se-puede volver así como si nada no-se-puede venir a las 5 sabés? que tengo una hija que está durmiendo, que entro a trabajar dentro de tres horas entendés? sabés lo que es trabajar? Giulia refregó su linaje lo más hiriente que pudo. Lo escupí.
ÉL la envolvió en su bufanda y acarició su pelo largo.
Balbuceó que no importaban las diferencias de sus Reinos. La abrazó, explicó las cosas que no tenía por qué. EL dibujó nuestro futuro para mí. Dibujó soñador y dispuesto.
Qué hermoso! Un mundo feliz.
ÉL no era ÉL y yo lo sabía. Odio las drogas!
ÉL sabe que la droga más fuerte en mí es un Bracafé
ÉL sabe que me gusta el olor a comida en la casa (y sabe que odia eso)
ÉL sabe que me gusta que nos bañemos juntos (y nunca quiso)
ÉL sabe que al próximo toque van las amigas! eso promete orgía!
ÉL sabe que su EGO es grande como ÉL
El príncipe la abrazó con el más profundo amor. Sin éxito. Insistió. Dijo todo lo que Giulia quería oír. Sin éxito. (El hada madrina le susurró atónita: ¿sabés cuántas querrían estar en tu lugar?)
Giulia buscó a Lady Marion y se fue a dormir."
Título: Sin título - Nombre: Renata Paiva
"Los ex-amores suelen complicarnos la vida, por algo fueron ex's y no son actuales. Aquel invierno de 2007 yo no sabía que el angelito de ojos verdes del que me estaba enamorando me iba a complicar tanto la existencia, simplemente lo quería, me divertía con el un montón y tenía ganas de conocerlo un poco más. Los días pasaron, los meses se escabulleron debajo de frazadas en las cuales nosotros nos acurrucabamos como ilusos, perdidos en el amor que nos teníamos. Luego de un par de días de cumplir nuestro onceavo mes de novios, pude darme cuenta, de que algo andaba mal.
- ¿Pasa algo? - le pregunté a él, pensando que la respuesta iba a ser simple, tan corta como un "no" o quizás un "nada"
- Sí, tengo que hablar contigo - me contestó, me quedé helada, simplemente no sabía que hacer, esa frase, en mi experiencia de vida, nunca había significado algo bueno... esta vez no iba a ser la excepción
- Ah bueno, vení para casa si querés y hablamos - dije, después de bajar a la realidad. No podía ser éste el fin, ¿que me iría a decir? Se aburrió, pensé. Es muy normal, a esta edad simplemente suele pasar. Luego de pensar unos cinco minutos, me dí cuenta, estaba tan enamorada de Javier que me estaban brotando lágrimas con solo pensar que podría haber pasado que nuestro amor se había desintegrado para él. No dejaba de llorar, no podía parar, simplemente salieron las lágrimas como pudieron, como peléandose por quién sale primero, apuradas y tristes. Muy tristes, igual no me esperaba lo que Javier en aquel entonces me iba a decir ya que era mucho peor. Sonó el timbre, bajé a abrir la puerta corriendo, antes decidí pasar por el baño rápidamente para deshacer los rastros de que había llorado, quedaría muy niña y seguramente lo que me iba a decir era una tontería; pensé, pues no, estaba muy equivocada.
- Sofía veni, vamos a dar una vuelta - me dijo apenas lo saludé con un beso en el cachete
- Bueno, dejame avisar que me voy - le contesté. Le grité a mi madre que iba a dar una vuelta con Javier y que enseguida volvíamos, ella grito un "bueno" y cerré la puerta. Seguía sintiendo el mismo temor que había surgido desde aquella frase infernal, pero al verlo me sentía protegida, el nunca me haría nada malo.
- ¿Qué me querías decir? - me animé a preguntar.
- No sé, mira, es complicado lo que te tengo que decir... de verdad, yo nunca tuve la intención de que las cosas fuesen a terminar de esta manera, es más, ni siquiera tenía la intención de que se diesen de esta manera... - No escuchaba lo que me decía, me vino un nudo en la garganta, las lágrimas empezaban a arrimarse a mis ojos.
- ¿De que hablas, Javier? ¿Que cosas? No entiendo nada - le dije, casi llorando
- Me enamoré de otra, Sofía - esa frase simplemente me partió el corazón, fue más allá de todo lo que pude haber pensado que me iba a decir, más allá de lo que me imaginaba o de lo que no. Javier, con quien estaba de novia hacía casi un año, me dejaba.. y no solo me dejaba, si no que me dejaba por otra.
Esa tarde, después de esa maldita frase, con mis 17 años y la cara empapada en lágrimas salí corriendo, no sabía a donde ir, solo sabía que me quería ir. A otro lado, a algún lugar mejor, a donde pudiese sentirme protegida, como alguna vez lo habia sentido al estar parada, sentada, o tan solo mirando a Javier.
FIN."
Título: "Como siempre" - Seudónimo: Lluvia Canina
"Un terreno enorme, personas jugando en la kermesse y nosotros bajamos la montaña de pasto corriendo. Me mostraron un papel con nombres de canciones, no me acuerdo que canciones, pero era un papel escrito a mano que alguien sostenía frente a mis ojos y que me hizo saber de tu presencia. Lo asocié con tu persona, supe que ahí estabas, esas canciones te gustaban.
“¿En serio? ¿Dónde está?” pregunté mas alegre que sorprendida. Y te me apareciste en el fondo de ese patio interior del jardín de infantes.
Tenías un gato en los brazos como si fuera un bebé y le dabas una mamadera con total dedicación. Me acerqué con cara de felicidad y empezó la charla espontánea, como siempre. Me preguntaste que me parecía tu cambio de look, más bien cambio de cara. Tu cara era otra. Mucho más dulce, simple, simpática. Eras otro y me gustabas más que el de antes pero no te lo decía. Me gustó tu camisa amarilla y la forma en que sostenías al gato. Me senté frente a vos en el banco de piedra pero de repente te giraste. Te di vuelta suavemente para que no me dieras la espalda. Y también para que recordaras como te tocaba, supe que aunque no dijeras nada el contacto te había gustado.
Quedé hipnotizada con el gato naranja que dormía sobre el muro a mi costado. Lo acaricié, te hablé sobre él y lo volví a acariciar mientras me preguntabas si conocía a la prima de tu madre, una que salía en la televisión y que hoy se iba a casar.
“No la conozco” mentía yo, que estaba ahí justamente porque ella me había invitado. Estaba ahí porque quería verte, hace tiempo que quería verte. Yo mentía, como siempre. Y me sentía bien porque estábamos teniendo una de nuestras charlas. Charlas y preguntas dulces, simples, simpáticas. Como siempre.
El gato del muro se despertó y me asustó de repente. Lo miré de reojo, el aire se tensó. Mientras me hablabas pensé que podía arañarme; me paré de un salto. Me imaginé que iba a arañarme; me llené de miedo. Dejé de escucharte y desapareció todo. El jardín, los gatos, tu presencia. Me resigné y volví a lo mío. Todavía te extraño."
Cuento: "Olía a río" Nombre: Marcia Salvioli
"El imán más implacable fue su aroma.
Su única piel, invisible menos para mí, mensajera de mil notas , de epifánicos colores, que desde la primera caricia se adivinaban hundidos en futuros fríos.
Asfixiaba mi ombligo , tironeaba de mi pulso, se enredaba en mi largo y ondulado cabello. Increíbles volcanes despertaban desde sus lunares. No era su perfume de estuche ya segregado para siempre de la magia (me desmayaba adrede en las farmacias sólo por poder sentirlo nuevamente). No; era una mezcla casi perfecta entre su calmosa voz, la nariz tosca y osada, sus labios menudos y esas preguntas de su pelvis queriendo grabar respuestas inquietas en mi cintura.
Clareaba el otoño entonces, pero en algunas horas todavía florecían nochecitas demasiado lilas. Algunas de ellas me desvelaba escuchando ese concierto ruso, pensando en él, Gregorio, en cómo su cabeza explotaba igual que el sol naranja y en sus besos impetuosos; los besos de sus yemas a la guitarra.
Buscaba conectarme a sus sinrazones, descifrarme en sus espejos, también dejar atrás la mochila del divorcio de mis padres, la pérdida de mi hogar de la infancia, las piruetas imposibles para salvar algo de las destrucciones, aquello que ya no querría nadie volver a unir.
Era mi nuevo compañero de clase en el último año del Liceo. Un Gregorio cuervo , más sombra y barba que pecho o pasión, cumpliría en tres días veinticinco . Había regresado a culminar con esa etapa por complacer a su novia ,Cecilia, una futura abogada que no aceptaba su vocación de músico, o de escritor.
Mientras yo huía por la caverna de mis sueños pensaba en reencontrarlo , de ojos y labios despabilados. Mis manos desdoblaban las imágenes, el olor de la lluvia temprana cuando coquetea con relámpagos, mis dedos alargados iban a posarse a esas gorgas donde ardían más fuertes las ganas de atravesar su muralla de seda, su frontera secreta. Mis senos parecían graves amenazas a Hiroshima y si conjuraba el roce de su tronco entre las piernas me quedaba como la hierba húmeda del patio.
Él , metido entre mí y el perfume ocre que huelo en una mañana desteñida de silencio. Mis piernas tuyas tuyas sólo tuyos mis talones para lo eterno o para nunca nadie más conmigo . Porque estás aquí entre tanta nada, errando, durando, saltando como un delfín en el sol de mar mojado.
A mis amigos y a mí los diecisiete nos habían vuelto hormigas melancólicas, juntando utopías desde los naipes marchitos . Entre los hombros de mis libros se guardaba alguna gota de desdicha.
Me gustaba llevar una desteñida pollera roja y championes azules. A los varones les atraían las muchachas despreocupadas, aquellas que no gastan poses y que no se aplastaban en reflexiones profundas. Pero y Gregorio , él a quién anunciaba, a las caderas verticales como luna llena en bicicleta , pronta para perderse .
Alguna mirada suya aburrida seguía el ritmo de mis piernas-agujas, en un segundo por esa vía llegaría al paraíso, perturbado de tanta pureza junta, conquistada mas jamás merecida.
Una tarde estábamos solos en el salón de clase, casi escondidos detrás del piano, imposible sostener mi mirada, el planeta Marte se estampó en mi cachete izquierdo. Dejamos a un lado los centímetros, los diccionarios, los absurdos ritos románticos.
Mi emoción era como un toro que me tenía de blanco. Me dejó zumbando aún más que una estatua, desde ese día , desde mi primer beso me gustó circularmente, capaz de atravesar flotando todos los puentes.
Podía dudar, temblar, desconfiar, negar, afanes caducos todos; acabaría rendida a su sirena. El hombre huraño , cazando el eco de su súplica amorosa en silencio, nunca dicha, jugaba a las escondidas con las palabras, por no repetir la mentira más dicha entre dos.
Si me contaba de su antiguo desamparo, de su desesperanza, mi corazón se convertía en una hoja seca cubriendo a un dragón entre mis costillas. Por eso no puedo con tanta sed querer no quererte vida porque es imposible , ya quedé como bebiéndote en toda sinestesia.
. . . al fin nos atraparía esta soga serpentina.
El paso más peligroso lo dimos ese lunes invernal, pardo, desabrido. Nos iríamos al terminar las clases caminando hasta su casa. Acepté su invitación ciegamente, me lancé con el mayor empuje donde no sabía si habrían hondos pozos. Entre la pared y la puerta su lecho destendido , discos clásicos y novelas entre el café y el vitral abrigando a una paloma gris. Su aroma cobraba allí una intensidad insólita.
Como compartir desnudos la primera semilla, como el comienzo inocente de los verdes o del azul en la costa, así fluía, así se dio el encuentro de mis hojas con la rigidez áspera de su cuerpo . Mi loco interés por respirarlo , integrarlo, mi vana búsqueda de esa fe que sólo él podía darme, se transformó en revivir la mañana donde niña conocí el agua cristalina del río.
Siguió entregarme a una hamaca suave, muy cálida, pisando guijarros abrazada a su cuello, religando , imaginando nuestras señas para una nueva fórmula de la ternura.
Mi necesitarlo y su sutil persecución, su enredarme a fuerza de palabras y amorosos azares; su artería más fina que la de una araña. Era diferente a todos los hombres de mi vida , un raro , y sin embargo ni siquiera me parecía muy guapo , no de esa belleza cantada, su hermosura sin respuesta, sus brazos, una galería de cañas semioscura invitaba a zambullirse en ella y descubrirla; un arroyo marrón atravesado por la tormenta.
Gregorio vivía del aire, de los malos cuentos escritos a pulmón y con demasiadas costuras visibles y de la desmedida paciencia de su madre María. Su padre había muerto cuando él sólo tenía cinco, pocas veces me hablaba de él, ese dolor ya no cicatrizaría.
Continuó el cuento que acaba mal , los sabidos renglones de risas, las instantáneas felices, los viajes en tren, las violentas discusiones, chocolate y cine un domingo de abril, los debates filosóficos, amarse a pleno rayo en campos de fresas. . .
Y desconcertando te vas sin grito, haciendo cálculos mezquinos, sin pelear por la jugada vencida. Te vas cómo te vas si yo no te hice alba.
Marzo del 2010."
Título: "Go fish" - Seudónimo: M. Marchessani
"Esta dividido en dos. Un espacio mental que es relativamente imaginario y se desprende a partir de una puerta entornada, el otro que sí es real y lo puedo sentir. Por momentos creo que estoy disfrutando de un frigorífico caliente que se encuentra en condiciones óptimas para la temperatura corporal. Las paredes, los pisos de madera y la pequeña ventana a cuadritos, que no me permiten ver en totalidad el primer sol, me recuerdan a una casa oscura de verano. No existen sonidos ni ruidos, el silencio aturde mis orejas preparándome para un estado meditativo profundo. Me decido a realizarlo. La cama esta en el centro del cuarto, es el único elemento del ambiente donde mi cuerpo puede descansar y relajarse. Acelero el ritmo, el cerebro se hiperventila gradualmente transformando la temperatura de la pieza, de mi cuerpo. Está un poco fresco, me tapo.
Es bastante absurdo creer que alguien le tema a un pedazo de su cuarto y más aun si lo desconoce. Cuando estoy por sentir la liberación siempre ocurre algo que no me deja avanzar, pero sabía de antemano que hoy iba a ser diferente, los pocos rayos de luz que entraban por la ventana a cuadros transmitían esperanza.
Me doy vuelta y me veo acostado, siento un placer inmenso de haber abandonado esa piedra corporal. Avanzo de una forma innovadora para mi conciencia, esto me permite recorrer todos los rincones que forman el rectángulo del cuarto. Voy de un lado hacia otro, lo observo de distintas perspectivas y me doy cuenta que siempre es bastante similar; hay una cama, una ventana y una puerta semiabierta. Luego de la contemplación del cuarto escucho una música desconocida pero muy inquietante para mi pecho. Obviamente sale de la puerta desconocida. Entro sin necesidad de abrir la puerta ya que viajo como si fuera humo de cigarrillo, traspasar volúmenes es fácil, puedo lograrlo porque soy un espectro o quizás un fantasma.
El espacio es enorme, muy blanco y no hay fugas. La música es perfecta y con el volumen saludable para el alma, sigue inquietándome, trato de encontrar la fuente del sonido pero es inútil, solo blanco. En un determinado momento siento como las preocupaciones humanas viajan por un hilo que conecta la cabeza del estúpido hombre lento que esta en la cama, con el valiente y veloz que esta del otro lado de la puerta. Me doy cuenta que es un obstáculo para mi objetivo, pero es tarde, siento una breve inyección que enlentece mis acciones, dejo de estar realmente puro. Puedo experimentar y entender. Experimento como se achica el cuarto y como desvanece la música, entiendo que desaparecieron los rayos que me regalaba la ventana. Otra vez lo deje escapar.
Habían pasado ya tres horas y seguía esperando que llegue. Nunca llegó. Aproveché la noche para detenerme; logré ver el aura del árbol del vecino, conversé con los perros y la tranquilidad me regalo una canción que contaba que un pájaro, que estaba con su compañera, no podía volar por el clima y entonces descansaba en su nido. Sin otra chance dormí solo. La única definición que encuentra mi cabeza de expectativas es “yo espero algo de…”, no sé si fui claro, pero son odiosas e incluso inaceptables para una persona que cree vivir todos sus días como si fueran los últimos. Tengo que aprender a disminuirlas, un día de sol me espera mañana.
Llueve, domingo otoñal y triste, se me pasparon los labios, a las 16hs me encuentro con ella para despedirme, esta vez el característico o mejor dicho singular dolor de panza me lo decía, era un verdadero “chaupinela”[1]. Nos dijimos lo mismo de siempre, pero en esta ocasión la diferencia de perspectiva creció que alcanzó desilusionarme, solo pude besar su frente, la insulte. De la plaza de las empanadas, que era un bautismo íntimo, hasta casa hay seis cuadras pero los pedales de la bicicleta moderna no descansaron hasta que cumplieron su función de ojos de gato. Estaba cansado, no quise hablar con nadie, apague la luz y me entregue al sueño.
Siempre sostuve, que el experimento de la observación callejera me entretiene. Es difícil para cualquier miembro de una sociedad responder la pregunta ¿Hoy es 8 o 9? (teniendo en cuenta que viven en una semana de asueto o libre). No significa nada, no? Volviendo a la experimentación científica, me paro en una esquina céntrica, atención calibrada, las leyes no me permiten disfrutar de mi tabaco sin frío, un policía alto y joven habla por su teléfono móvil y expresa, en tono de preocupación: “¿Pudiste pagar los gastos comunes”? . Doy una calada larga, recreo la escena en mi cabeza, vuelvo a la calle pero el hombre de gris desaparece. El segundo movimiento se trata de una mujer gorda de unos 55, 60 años con su hijo también, esta vez gordito, ella dice “te voy a dar una patada en el culo y te vas a ir con tu padre”. Padre en tono despectivo, el concepto es opuesto al anterior, los gestos llaman a la “bromeria” ambos se ríen.
Que increíble! da lastima!, aburrimiento!, el divertimiento dura poco en mi persona. Pago las grapamieles y me uno al movimiento callejero. Creo que todavía no estaba apto para mis clásicos momentos de silencio, estaba realmente triste, de todas formas intuía que la ridícula reflexión de los tiempos con ella se aproximaba.
Acá estoy, el agua esta clara, divina para ser otoño, debo ser sincero que mi molestia por tener frente a mis ojos río y no océano es enorme. Llego el momento de la desintoxicación, de hacer un zapping de sentimientos, verlos en el proyector mental, abandonarte. Tengo una pulsera verde en la mano izquierda. Ambos la tenemos o “iamos”, eso ahora no lo sé. Lo que si sé, es que se las compramos a unas niñitas argentinas en Punta del Diablo a 7,50 pesos. Jugaban al almacén. Ellas, nunca se enteraron el valor de su artesanía en nosotros. Necesito deshacerme de esta insignificante piola, gozo de los ritos. La quemo y me quemo la muñeca, con la mano derecha me la froto y consigo una nueva pulsera, esta vez de ampollas. Esta si que es real!, la siento, me arde, me tiro en la arena a llorar como un niño. Me quiero enjuagar! Entro en trance o en sueño. Desperté y seguía en el mismo lugar, un sol de verano jodido que me achicharraba la piel. Me quito todas las mudas, quedo completamente desnudo y nado un buen rato el estilo perrito, es el único que sé, es el que cansa menos.
Todavía no estaba tranquilo, me faltaba encontrar la calma mental y otras veces la del alma. Me faltaba entender mi cuarto y su energía adictiva para mi desdoblamiento, me faltaba entender el sol de verano en un día de otoño, tampoco podía soportar y convencerme que el amor de dos individuos desaparezca por diferencias de perspectivas, inmunda palabra perspectiva.
Hay tiempos en que la paciencia se agota y las incertidumbres se guardan en la caja de fotos o cajita personal o en mi caso la caja amarilla, es ese lugar apestoso donde hay fotos de uno mismo disfrazado de algún superhéroe, también se cuela alguna carta de amor, anotaciones sin sentido, objetos que alguna vez significaron algo pero se archivaron, que se embalsamaron en una caja oscura. Por qué uno hace eso con las incertidumbres? cobardía? bienestar falso? desesperación? Es claro que no se la respuesta, no hay ni que decirlo, pero de todas formas me gustaría acercarme a una. En estos últimos 4 meses, aseguro que mi cuerpo se congeló, a pesar del frío invernal mis sentidos se sofocaron y no se expresaron como de costumbre. Fue aburrido, molesto, desagradable y penosamente cómodo. Decidí entrar en la granja, no quiero que me deshuesen, quiero darte mi hilo y que te abrigues con él, pero necesito tu ayuda. Vamos a nadar.
[1] ADIOS"
Título: Sin título - Seudónimo: Maina
"Como definir esto en una palabra… no puedo.
Apenas duro un instante que trate que fuera eterno.
Cada vez que recuerdo esos momentos mi cuerpo tiembla me encuentro en ese mismo lugar, recuerdo los aromas, colores y cada sentimiento me recorre el cuerpo como estando ahí.
Nunca voy a olvidar esa mirada cada caricia abrazo y beso ni cada detalle mínimo del cual nadie nunca se fijaría, recorrí cada lunar de su cuerpo cada cicatriz, lo conozco y lo mejor es que puedo recordarlo.
No se cuanto logro conocerme, pero se que yo a lo oscuro solo con su respiración me daría cuenta de que es el.
Suena a una obsesión, a un capricho cumplido, yo en ese momento decía que era amor y más que eso.
Nada de lo que pueda recordar hoy serviría. El nunca fue totalmente mío, pero se que no lo conoce como yo.
Los años a el lo atraparon y jugo mas eso que correr el riesgo de lo que en verdad sentía. Yo estaba ciega solo lo veía a el, y en aquella oscuridad solo podía sentir su aroma calido que me llamaba.
Había momentos en que quería huir, irme y no encontrármelo nunca más.
Me sentía un numero dos, siempre después de el uno, pero no era su culpa.
Luego fui cambiando sin darme cuenta, empecé a perder su aroma, ya no podía sostener la mirada en sus ojos.
Pero lo quería y seguía firme ahí como esperando que mi novela terminara con el mas hermoso final feliz.
Estaba tan concentrada en su mirada… pero cuando ya no lo estaba pude ver el mundo con mis ojos y no con los de el.
Cuantas caras cuantos aromas me estaba perdiendo afuera, y a mi lado una persona en la cual nunca me había fijado me estaba dando tanto cariño, y su mirada era tan hermosa. Fue ahí cuando empecé a mirar hacia fuera y fui perdiendo un poco de aquel amor, pero conozco cada detalle de el y nunca lo olvidaría.
Creo que abrir los ojos fue el mejor comienzo para empezar a vivir, otra vez a través de mí.
Cuando sintió mi perdida no sabia como hacer para recuperarme, pero yo tenia en mis ojos otra mirada con la cual puedo mirar el mundo de a dos.
Nunca logro entender eso, pero logro entender, que todo termina alguna vez.
Lo veo, si, a diario aun salen sonrisas tiernas de nuestros labios al saludarnos. Pero sabemos que cada uno tiene su mundo y verlo de a dos para mi hoy es lo mejor que me pudo pasar no se si será eterno pero puedo mirar hacia fuera, y no me pierdo aromas, por que este aroma no los opaca, se entrevera con el mío."
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